La princesita y el duende


Había una vez una princesita llamada Montserrat, era la hija del Rey Ricardo IV y la Reina Carla II, la princesita era la adoración de sus padres, tenía apenas 6 añitos pero ya era amiga de todos los integrantes del pueblo de Perlandia. Cada mañana, Montserrat salía por su balcón y le sonreía al señor sol, le daba gracias a la vida por haberle regalado a los papás más cariñosos del mundo, cantaba con los pajaritos las bellas canciones que su madre le había enseñado y también bailaba con su amigo Geraldo, el colibrí color verde pistache y rosa coral.

Un día decide salir del castillo para ir a pasear por el lago, en el camino se encontró a un duende chiquito y peludo, se presentó y le dijo q era Pepe el duende más astuto del mundo, y que si quería llegar al lago le debía hacer un acertijo el cual él no pudiera contestar, pues como era el hombre más sabio del mundo, no había cosa que él no supiera.

La princesita pensó y pensó un rato, ella sabía que en efecto era un duende muy sabio, todos lo conocían pues por su astucia lograba estafar a muchos personas del pueblo, se decía que era un ser mágico que nació a raíz de la maldad del mundo; las envidias y celos de las personas alimentaban su inteligencia, ¿cómo le podría ganar a una persona tan poderosa? Es entonces cuando pensó: -¿Qué tengo yo, que él no conozca o no comprenda? Llegándole a la mente una idea de pregunta.

La princesita muy firme se para enfrente del malvado duende y le pregunta:

“De tus tíos es hermana,
es hija de tus abuelos
y quién más a ti te ama.”

El brujo, atónito ante esa pregunta se da cuenta que desconoce la respuesta ¿Quién podría ser la persona que más lo ama? ¿Quién es tío de su hermana? ¿Quién es hija de sus abuelos? Pues él no tenía ni tíos, ni hermanos y mucho menos abuelos.

Pepe el duende muy angustiado no le puede contestar su pregunta y le dice que había sido la primer persona en el mundo en hacerle recapacitar sobre lo que significaba sentir amor.

Es cuando la princesita sonrío y le contesta: - No importa que no sepas la respuesta, podemos ser amigos y aunque soy muy pequeña para ser tu mamá, si puedo ser tu mejor amiga.
Tomó la manita del duende y se dirigieron al lago a jugar.

Fue así como empezó la bella amistad de Montserrat la princesitas y Pepe el duende más amado del mundo.


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